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  • "No son los más fuertes de la especie los que sobreviven, ni los más inteligentes. Sobreviven los más flexibles a los cambios". Charles Darwing.
  • "Lloraba porque no tenía zapatos hasta que me encontré con un hombre que no tenía pies". Proverbio persa.
  • "Mejor encender una vela que maldecir la oscuridad". Confucio.
  • "El cielo no es menos azul porque las nubes nos lo oculten o los ciegos no lo vean". Proverbio Danés.
  • "Las personas positivas predicen que conseguirán lo que desean, perseveran, y los demás responden con entusiasmo". S.C. Vaughan.
  • "El perdón no cambia el pasado, pero engrandece el futuro". Paul Boese.

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Tratamiento psicológico en Novelda 

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En el Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez realizamos un estudio completo y en profundidad de cada paciente, para poder contar con un diagnóstico y poder aplicar el tratamiento psicológico que necesite el paciente en concreto. Pida una cita en nuestro gabinete en Novelda. Tratamos diferentes trastornos en niños, adolescentes y adultos.

 
Gabinete Rosa Mary Rizo Martínez persona mirando lago
DESCRIPCIÓN
Las personas que padecen ansiedad la consideran algo muy negativo, puesto que les hace sufrir. Sin embargo, todas las personas experimentamos ansiedad en ciertos momentos de nuestra vida, puesto que es una respuesta natural que emite nuestro organismo para defenderse o para huir ante una situación de peligro. Por lo tanto, no debemos entenderla como algo negativo, puesto que nos pone a salvo en momentos críticos, y consigue que mejore nuestro rendimiento en ciertas tareas.

El problema surge, cuando la ansiedad aparece en situaciones en las que la persona realmente no está en peligro, pero hace una interpretación equivocada de su realidad, creyendo que sí está en riesgo su integridad física, emocional o social. En ese caso la ansiedad no le supone una ayuda, sino un problema por la angustia que le genera. Suele ir acompañado de síntomas como el temor extremo, la falta de aire, taquicardia, insomnio, náuseas, temblores y mareos.

TRATAMIENTO
El tratamiento de la ansiedad se lleva a cabo en varios niveles. Inicialmente, se valoran los síntomas tanto a nivel físico, como a nivel psicológico de la persona que la padece. Además, se estudia su personalidad, puesto que es muy importante considerar si tiene una tendencia natural a preocuparse por hechos cotidianos de su vida diaria, si presenta dificultades para controlar su estrés, etc. Conociendo la historia de la persona podemos preparar el modelo explicativo del mecanismo que activa su malestar.

Por otra parte, valoramos el tipo de trastorno de ansiedad que sufre la persona, con el fin de elegir el tratamiento que resulte más adecuado y eficaz.

Iniciamos el tratamiento trabajando diferentes técnicas para controlar los síntomas físicos mediante técnicas de relajación.

Con la terapia cognitivo-conductual, conseguimos detectar las situaciones y los pensamientos responsables de que surja la ansiedad, para a continuación modificar los patrones comportamentales y de pensamiento que generan esa ansiedad. De esta forma, logramos controlar la ansiedad para que no vuelva a aparecer en situaciones en las que no existe ningún peligro real.

​Trastornos de ansiedad generalizada

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez trastorno ansiedad
DESCRIPCIÓN
El Trastorno de Ansiedad Generalizada se caracteriza por un miedo o preocupación excesivo y recurrente sobre cualquier acontecimiento o actividad del día a día, incluso cuando no hay motivo para ello. Las personas que sufren este trastorno no consiguen liberarse de las preocupaciones que les atenazan, y se encuentran continuamente preocupados por el dinero, los seres queridos, la salud, etc., sin que nada justifique su desmesurada preocupación. Además, pueden desarrollar síntomas físicos como dolor de cabeza, náuseas, contracturas musculares, temblores, irritabilidad, mareos, sudoración excesiva, tics, etc. 

TRATAMIENTO
El tratamiento recomendado en este trastorno consiste en el control de los síntomas físicos mediante técnicas de relajación, y el manejo de los pensamientos y las conductas mantenedores de la ansiedad, mediante terapia cognitivo-conductual.

Ataque de pánico

DESCRIPCIÓN
La crisis de angustia o ataque de pánico, consiste en una reacción fisiológica y emocional que se sale de lo normal, con dolor en el pecho, mareo, taquicardia, falta de aire, sensación de irrealidad, etc. La persona que las sufre piensa que estas reacciones pueden tener un resultado fatal, que va a sufrir un infarto, a morir, a perder el control, a volverse loco, etc.

La primera crisis de angustia puede producirse por varias razones: estrés acumulado, problemas interpersonales, problemas en el trabajo, miedo a padecer una enfermedad, ingesta excesiva de estimulantes, bajada de azúcar, etc. Pero cuando sucede, la persona padece mucho, de forma que desarrolla un miedo exagerado ante la posibilidad de que vuelva a suceder, haciéndose más vulnerable a desencadenar de nuevo los síntomas.
Cuando esto sucede, la persona confirma que sí le está pasando algo muy grave, y este pensamiento multiplica los síntomas de ansiedad, que aparecen con más frecuencia.
Lo cierto es que se trata únicamente de ansiedad, aunque la persona que lo sufre generalmente piensa que está padeciendo un problema grave de salud.

Sin apoyo psicológico, la persona puede aprender a evitar las situaciones en las que experimentó el primer ataque de pánico, y esto puede complicar más el problema, puesto que al no enfrentarse a la situación que teme, nunca llega a comprobar que su miedo es infundado, de forma que su miedo se intensifica y se agrava.
TRATAMIENTO
El tratamiento más adecuado consiste en controlar los síntomas físicos mediante técnicas de relajación, y trabajar los pensamientos y los comportamientos inapropiados con terapia cognitivo-conductual.
Gabinete Rosa Mary Rizo Martínez ataque de pánico

Fobias

DESCRIPCIÓN
Fobia es el miedo desmesurado e irracional a una situación u objeto determinado, respecto a lo que otras personas sienten en esa situación, y es persistente, inmediato y agudo. Los pacientes son conscientes de que estos miedos no son racionales. Sin embargo, enfrentarse a ellos les produce un estado de ansiedad muy intensa, que en ocasiones deriva en una crisis de ansiedad o ataque de pánico. Este miedo los lleva a huir de la situación o del objeto que lo provoca, evitando lugares, situaciones o personas. Esto los lleva a sentirse más relajados inicialmente, pero a medio plazo esas situaciones van aumentando su ansiedad. Generalmente, las personas que padecen una fobia no buscan tratamiento para superarla, sino que adaptan su vida para evitar el contacto con el objeto o la situación temida. Sin embargo, esta decisión les lleva a afianzar aún más su trastorno de ansiedad y a que se convierta en más resistente.

TRATAMIENTO

El tratamiento adecuado consiste en identificar pormenorizadamente los síntomas que presenta la fobia, el momento de inicio, el alcance de la afectación en su vida y la intensidad de la ansiedad sufrida. A continuación, se enseña al paciente a controlar sus síntomas físicos mediante técnicas de relajación, y los pensamientos catastrofistas mediante una terapia cognitivo-conductual. El objetivo terapéutico principal es que la persona pierda el miedo a sufrir un poco de ansiedad por enfrentarse al objeto temido. Estas técnicas han demostrado su validez científica, obteniendo resultados muy positivos en el control de la ansiedad.

Existen tres tipos de fobias:

Fobia específica: es el miedo exagerado a una situación o a un objeto concreto. Existen varios tipos de fobia específica: a conducir, a las alturas, a volar, a las tormentas, a ciertos animales, a lugares pequeños, a la oscuridad, a la muerte, etc. El tratamiento de la fobia específica se divide en dos momentos. Inicialmente ayudamos a la persona a controlar los síntomas físicos mediante técnicas de relajación adecuadas. Una vez es capaz de controlar los síntomas físicos que le produce la ansiedad, se procede a la exposición gradual al objeto temido. Muchas personas evitan realizar una terapia para resolver su trastorno fóbico porque piensan que van a sufrir mucha ansiedad antes de resolverlo. Sin embargo, esto no es así en la realidad. Una terapia bien planificada por el profesional de la Psicología, ayuda al paciente a superar su fobia enfrentándose al objeto temido, pero en un entorno controlado, de manera que la persona no sufra un estado de ansiedad que no pueda soportar.
Agorafobia: es el miedo a sufrir una crisis de ansiedad o a encontrarse mal en algún lugar del que sea difícil o escapar, o recibir ayuda. Puede aparecer cuando la persona está sola en casa, cuando está en algún lugar con aglomeración de gente, en una carretera, haciendo cola, etc. Este temor les lleva a evitar este tipo de situaciones, lo que al principio les lleva a relajarse, pero poco a poco el miedo va aumentando, así como las situaciones evitadas. La agorafobia interfiere gravemente en el día a día de las personas, y resulta altamente incapacitante.

Fobia social: se define como un malestar agudo que tiene lugar en situaciones en las que la persona tiene que estar en contacto con otras personas, y piensa, que los demás le van a juzgar de forma negativa, que van a criticarle. Teme, además, que los demás se den cuenta de que está sufriendo síntomas de ansiedad, y que le infravaloren por ello. Tienden a anticipar la ansiedad, y suelen ponerse tensos y ansiosos en cuanto saben que tendrán que exponerse al contacto social. Al igual que en el resto de trastornos de ansiedad, los pensamientos juegan un papel fundamental en estas situaciones. Las personas que sufren ansiedad social, suelen tener pensamientos catastróficos sobre las consecuencias que tendrá el sufrir ansiedad, y tienden a pensar que los demás les van a menospreciar. Las causas de este trastorno pueden ser múltiples. Por un lado, puede haber cierta predisposición biológica en personas tímidas, pero las experiencias sociales negativas también pueden desencadenar una fobia social.

chico mirando al horizonte

Trastorno obsesivo-compulsivo

chico con brazos al aire
DESCRIPCIÓN
El Trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la presencia de imágenes, pensamientos o impulsos, que surgen de forma involuntaria, y que la persona que lo padece es incapaz de controlar ni de evitar, por lo que termina sintiendo elevados niveles de ansiedad y estrés. Las preocupaciones más habituales suelen estar relacionadas con el miedo a contraer una enfermedad, por llevar a cabo actos agresivos, dudar de forma repetida sobre diferentes actos, temores de contenido sexual, etc. Además de estos miedos, las personas suelen llevar a cabo una serie de actos, conocidos como compulsiones, que realizan con el fin de tratar de reducir los niveles de ansiedad y estrés que les producen sus ideas obsesivas, o para satisfacer su creencia de que de esa forma evitarán sucesos negativos. Estas personas padecen niveles de estrés muy elevados, sin comunicárselo a nadie. Tratan de ocultar su problema, por miedo a las críticas. En muchas ocasiones se sienten culpables, y llevan a cabo sus compulsiones a escondidas. El nivel más extremo de este trastorno puede llegar a ser muy incapacitante para la persona que lo sufre. 

 TRATAMIENTOS
 
El tratamiento adecuado ante este trastorno de la ansiedad consta de dos pasos:
 
1. En primer lugar realizamos un análisis exhaustivo de las obsesiones que perturban al paciente, y de las compulsiones que utiliza para tratar de deshacerse del malestar y ansiedad que le provoca su preocupación. Esta fase en fundamental. Debemos conocer de forma pormenorizada la manifestación de sus obsesiones, analizar los pensamientos, imágenes mentales, impulsos etc. Resulta igual de importante conocer las características de las compulsiones, los rituales, las comprobaciones, los pensamientos, para poder combatirlos.
 
2. A continuación, se desarrolla el programa de intervención que consiste en reducir al máximo la ansiedad que generan las obsesiones, sin llevar a cabo las compulsiones. Para ello utilizamos técnicas cognitivo-conductuales, puesto que son las que mayor efectividad científica han demostrado. Si se considera necesario, se plantearía el apoyo farmacológico con los profesionales adecuados, en combinación con la terapia psicológica.​


Trastorno por estrés postraumático

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez mujer con gafas
DESCRIPCIÓN
El trastorno por estrés postraumático puede aparecer unas semanas después de vivir una experiencia de estrés agudo. Su principal característica es que la persona recuerda o rememora el acontecimiento traumático que sufrió en el pasado. Revive el suceso mediante imágenes, sueños o recuerdos. Tras el recuerdo del suceso, presenta ansiedad, con palpitaciones, dificultad para respirar, etc. Evita hablar del suceso, así como lugares o personas que estén relacionados con el mismo. Se muestra más irritable, y presenta desinterés por actividades que antes le resultaban atractivas. Además, presenta dificultades de concentración, problemas para conciliar el sueño o para permanecer dormido, etc. Este trastorno genera ansiedad y malestar en las personas que lo sufren, pudiendo ver afectada su vida diaria, con una disminución de su rendimiento laboral o académico.

TRATAMIENTO
 
El tratamiento más efectivo de este trastorno se basa en la corriente cognitivo-conductual. Desde el primer momento, ayudamos al paciente a gestionar las emociones que le provocan el recuerdo del hecho traumático, así como los pensamientos y comportamientos que ha aprendido a llevar a cabo para mitigar su malestar. El objetivo terapéutico es el alivio emocional del paciente, así como devolverle a sus rutinas de vida habituales.


Mujer con depresión
DESCRIPCIÓN
La depresión se caracteriza principalmente por una tristeza intensa y continuada en el tiempo, así como por la pérdida de interés por las circunstancias y el entorno que rodea a la persona que la padece. Es un trastorno del estado de ánimo que afecta de forma negativa al funcionamiento de la vida de la persona durante un tiempo prolongado. Un síntoma muy común de la depresión es el llanto, que puede aparecer incluso en situaciones en las que anteriormente ese llanto no hubiera aparecido. Otros síntomas habituales son los sentimientos de culpa, la sensación de inutilidad, el cansancio, la dificultad para dormir y para concentrarse, la disminución o el aumento de peso, y la aparición de ideas autolesivas o incluso de muerte. La persona pierde el interés por cosas que antes le resultaban atractivas y presenta un patrón de pensamiento irracional y pesimista. Todo ello influye sobremanera en su autoestima, generando ideas de que nada puede hacer por cambiar esta situación que le supera y que escapa a su control. Las personas que sufren depresión han perdido la ilusión por vivir, cualquier actividad cotidiana les supone un gran esfuerzo, por lo que poco a poco van abandonando sus actividades y rutinas, aislándose socialmente y aumentando aún más su malestar.
 
Las causas que pueden provocar la depresión son varias. Puede existir un componente psicológico, físico o social. Lo más habitual es que se den causas psicológicas tras haber vivido experiencias negativas, como la pérdida de un ser querido, una ruptura sentimental, la pérdida de un trabajo, el experimentar algún cambio normativo en la vida como contraer matrimonio, cambiar de trabajo, de vivienda o de ciudad, etc. En ocasiones la causa es un cúmulo de diversos problemas que desbordan nuestra capacidad de afrontamiento.

TRATAMIENTO 
 
El tratamiento más apropiado para la depresión suele combinar la terapia psicológica y la farmacológica, para lo cual nos coordinamos con el profesional de la psiquiatría y trabajar así conjuntamente.

En un primer momento, analizamos las causas que han podido provocar este trastorno del estado de ánimo, valorando cuándo se inició, así como los posibles hechos que lo pudo originar. Partiendo de esas causas, empezamos a trabajar modificando los patrones mentales de pensamiento que fueron los responsables de este estado depresivo. Enseñamos al paciente a identificar sus pensamientos negativos y recurrentes, así como sus errores de pensamiento. La primera estrategia es ayudar a la persona a comprender las causas que han provocado su estado depresivo, para que pueda iniciarse su mejoría.

Por otra parte, utilizamos técnicas conductuales, como programar actividades que le resulten placenteras, enseñarle a defenderse en situaciones sociales, aumentar su motivación vital, etc. Comer de forma apropiada, dormir con un patrón saludable, realizar actividades físicas moderados y organizarse para mantener encuentros sociales con otras personas tiene una relevancia fundamental para encontrar la mejoría, por lo que el tratamiento recoge medidas para controlar estas variables.

Existe gran evidencia científica de que la terapia psicológica previene mucho mejor las recaídas que únicamente el tratamiento farmacológico. Conseguimos modificar los pensamientos y los comportamientos dañinos del paciente que le están provocando la depresión.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez trastornos emocionales
DESCRIPCIÓN
El malestar emocional sucede cuando sentimos emociones negativas. En contra de lo que se cree comúnmente, este malestar no está causado por las situaciones mismas, sino por la forma en la que interpretamos esas situaciones, la manera en la que interpretamos aquello que nos sucede. Nuestra forma de pensar determina nuestras emociones y también nuestras conductas.

Llamamos creencias irracionales a los pensamientos que, pese a no ser lógicos y no responder a la realidad, los mantenemos día tras día como si lo fueran. Estas creencias se van formando a lo largo de nuestra vida, con las experiencias que vivimos, pero nos debilitan y nos hacen sufrir. Son falsos preceptos que nos presionan y controlan, y que validamos y defendemos, pese a que son altamente disfuncionales, porque nos presionan. Está demostrado que, si aprendemos a pensar de forma más racional, nuestras emociones se modifican también. Los mensajes internos que nos repetimos a nosotros mismos nos afectan en nuestro estado anímico, de manera que si nos mandamos continuamente mensajes negativos del tipo “no sirvo”, “todos se van a dar cuenta de que no soy capaz…”, u otros parecidos, nuestra emoción negativa de desánimo aumentará. Pero, si por el contrario nos centramos en nuestros aspectos positivos, mandándonos mensajes y autoinstrucciones de empoderamiento y autoconfianza, nuestras emociones mejorarán consecuentemente.

Los trastornos emocionales pueden tener diversas causas:

La baja autoestima es una causa muy potente de malestar emocional. Las personas que presentan una baja autoestima se valoran a sí mismas de forma negativa, distorsionada y no realista. Se mandan mensajes autodestructivos, que provocan sentimientos de rechazo hacía sí mismos, que pueden oscilar desde la inseguridad hasta el menosprecio absoluto.

Los síntomas más comunes de la falta de autoestima son el sentimiento de inferioridad, la inseguridad, así como la creencia de encontrarse solos. Se autoevalúan negativamente en varias esferas de su vida, como en la laboral, la social o la familiar, y tienen la idea de que no resultan atractivos a los demás, y que no tienen nada que ofrecer a la sociedad. Suelen creerse incapaces de lograr sus objetivos, por lo que intentan autoprotegerse evitando afrontar riesgos en sus esfuerzos por alcanzar sus metas. Esto suele desembocar en una profecía autocumplida cuando no consiguen sus objetivos porque no se esfuerzan los suficiente, pero ellos hacen una interpretación errónea de su fracaso, atribuyéndolo a su falta de valía.

TRATAMIENTOS

La terapia cognitivo-conductual resulta muy valiosa en la resolución de estos conflictos. Iniciamos el tratamiento analizando el autoconcepto que esa persona tiene de sí misma. A continuación, ponemos a prueba esa idea que tienen de sí mismos, para comprobar si es cierto o no lo es, desmontando así todas las creencias irracionales que la persona mantiene sobre sí misma. Por último, ampliamos el repertorio de autovaloraciones que hace sobre sí mismo, aportando una imagen más ajustada a la realidad, que concluya en una aceptación serena de sí mismo. Tras algunas sesiones los pacientes se sienten más fuertes, con mayor seguridad y control de sus emociones.

Las crisis vitales son acontecimientos repentinos que provocan que nuestra vida cambie de forma radical. Pueden ser incluso acontecimientos que valoramos como positivos, como es el nacimiento de un hijo, o cambiar de trabajo. Sin embargo, estos cambios pueden significar un conflicto interno por la alta exigencia que nos supone. La manera en la que solemos resolver nuestros problemas deja de funcionarnos, y nos bloqueamos, sufriendo entonces un trastorno emocional.

En estos casos resulta vital hacer una elección acertada del tratamiento más adecuado. Inicialmente hacemos un análisis del contexto en el que vive la persona que está sufriendo el trastorno, para hacer un análisis funcional que nos ayude a comprender por qué está viviendo esta crisis de esta forma tan negativa. Una vez comprendemos el proceso que está siguiendo la persona, estamos en disposición de desmontar las creencias irracionales que perpetúan su malestar, así como los comportamientos que le conducen a no salir de la situación de conflicto interno.

El duelo es una causa principal de los trastornos emocionales. Es un proceso que atravesamos las personas cuando perdemos alguien o algo muy significativo para nosotros. Durante el proceso de duelo el sufrimiento emocional de las personas es muy alto. Sin embargo, ese sufrimiento es necesario, puesto que nos ayuda a gestionar la pérdida. Durante el duelo aparecen también ciertas conductas que son normales en ese proceso, como el llanto, el aislamiento o el enfado.

El duelo es un proceso natural que se produce ante una pérdida, y que puede durar hasta un año. Sin embargo, en ocasiones el duelo puede volverse patológico cuando no se resuelve convenientemente, bien porque se alarga demasiado en el tiempo, porque impide que la persona afronte su vida, porque aparece de forma tardía, o bien porque es excesivamente intenso. En estos casos la ayuda psicológica resulta muy efectiva. El tratamiento adecuado consiste en acompañar al doliente a través de las etapas del duelo, hasta que lo resuelve y lo supera, adaptándose a la nueva realidad de su vida.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez traumas y estrés
DESCRIPCIÓN
El trastorno por estrés postraumático puede aparecer unas semanas después de vivir una experiencia de estrés agudo. Su principal característica es que la persona recuerda o rememora el acontecimiento traumático que sufrió en el pasado. Revive el suceso mediante imágenes, sueños o recuerdos. Tras el recuerdo del suceso, presenta ansiedad, con palpitaciones, dificultad para respirar, etc. Evita hablar del suceso, así como lugares o personas que estén relacionados con el mismo. Se muestra más irritable, y presenta desinterés por actividades que antes le resultaban atractivas. Además, presenta dificultades de concentración, problemas para conciliar el sueño o para permanecer dormido, etc. Este trastorno genera ansiedad y malestar en las personas que lo sufren, pudiendo ver afectada su vida diaria, con una disminución de su rendimiento laboral o académico.

TRATAMIENTO 
 
El tratamiento de este trastorno se basa en la corriente cognitivo-conductual. Desde el primer momento, ayudamos al paciente a gestionar las emociones que le provocan el recuerdo del hecho traumático, así como los pensamientos y comportamientos que ha aprendido a llevar a cabo para mitigar su malestar. El objetivo terapéutico es el alivio emocional del paciente, así como devolverle a sus rutinas de vida habituales.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez habilidades sociales
DESCRIPCIÓN
Los seres humanos somos sociables por naturaleza. Vivimos en comunidades interrelacionándonos para conseguir beneficios mutuos, y nos necesitamos unos a otros para poder subsistir. Es por esta razón que la posibilidad del abandono, del aislamiento, nos preocupa y puede llegar a generar un temor excesivo en personas que carecen de habilidades sociales para relacionarse con los demás.

Existen tres tipos de dificultades en habilidades sociales:

  • El comportamiento pasivo: sucede cuando la persona no es capaz de defender sus derechos ante los demás, y observa de forma pasiva cómo son menoscabados. Las personas que presentan estos comportamientos tienen la creencia de que no son merecedores del respeto de los demás, puesto que piensan que son inferiores a ellos, y creen que es mejor no defenderse para evitar conflictos, con pensamientos del tipo “mejor no digo nada y evito que se enfade”. Mantienen una baja autoestima, que se perpetúa con sus comportamientos pasivos. Estas personas albergan sentimientos de autodesprecio por no ser capaces de hacerse valer ante los demás. Por otra parte, los que les rodean no los conocen realmente, porque no expresan sus sentimientos ni pensamientos reales, por lo que pueden ignorar sus necesidades porque no les resultan evidentes. Además, este comportamiento pasivo se retroalimenta y cada vez que la persona no defiende sus derechos, perpetúa la creencia de que no es merecedor de ser respetado, por lo que el ciclo vicioso no cesa.

  • El comportamiento agresivo: la persona agresiva no ha aprendido a respetar los derechos de los demás, y se dirige con ellos de forma autoritaria y con actitudes de superioridad. Estas personas tienden a decir todo lo que piensan o sienten, sin tener en consideración cómo van a sentirse los demás. Quienes rodean a las personas que presentan este tipo de comportamiento, padecen las consecuencias del mismo, generándose situaciones de tensión que pueden hacer imposible la convivencia, generando relaciones de dominancia-sumisión. Por su parte, las personas que presentan un comportamiento agresivo corren el riesgo de verse aislados y socialmente rechazados.

  • El comportamiento pasivo-agresivo: es el más común, y sucede cuando la persona no es capaz de defender sus derechos ante los demás, por miedo al rechazo, pero son conscientes de que son merecedores de ese respeto, por lo que cuando no lo obtienen, se sienten menospreciados y minusvalorados, lo que puede generar sentimientos de ira, hacia los demás por no respetarles, y hacia sí mismos por no hacerse valer. La persona que mantiene este comportamiento habitualmente aguanta aquellos comportamientos de los demás que no le gustan, hasta un punto en el que no puede soportar más y estalla en un comportamiento agresivo. Cuando estos sentimientos de rabia se acumulan, pueden producirse comportamientos agresivos puntuales, que ponen el riesgo las relaciones sociales de la persona. Cuando la persona explota, se siente culpable y los demás suelen reaccionar mal, por lo que vuelve al comportamiento pasivo de callar durante un tiempo aquello que no le gusta para evitar confrontaciones, reforzando la idea de que es mejor callarse que defenderse.

TRATAMIENTO

El tratamiento adecuado para estas dificultades sociales es el entrenamiento en asertividad, que fomenta la autoestima, puesto que este tipo de comportamiento. tiene en cuenta nuestras necesidades y deseos, pero respetando a su vez las necesidades y deseos del otro, en un ejercicio de empatía. Este tratamiento consiste en instruir a estas personas de recursos sociales adecuados. Inicialmente se detecta y define la carencia que presenta. A continuación, se le enseña a defender sus derechos, expresando lo que siente de forma adecuada, aprendiendo a rechazar peticiones a las que no desea acceder, hacer y recibir tanto cumplidos como críticas, expresar emociones positivas y negativas, a iniciar y mantener conversaciones de forma adecuada, etc.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez adiciones
DESCRIPCIÓN
Las adicciones se definen como una pérdida de control sobre la propia conducta, y se manifiesta en las siguientes características:
  • Existen muchas dificultades para poner fin a la conducta adictiva.
  • Cuando la persona consigue resistir a la tentación de la adicción, aparecen síntomas físicos y psicológicos de gran malestar, que se definen como “síndrome de abstinencia”.
  • Aunque las consecuencias de mantener la adicción son nefastas, la persona no consigue evitar caer de nuevo en la conducta adictiva.
  • La persona necesita más cantidad de sustancia o de conducta adictiva para conseguir los efectos que busca.
  • Existe una necesidad compulsiva de llevar a cabo la conducta adictiva.
La conducta adictiva puede darse, bien por adicción al consumo de alguna sustancia (alcohol, tabaco, cannabis, cocaína, opiáceos, etc.), o bien por la adicción a alguna conducta (uso de redes sociales, juegos virtuales, juegos de azar, apuestas, conducta sexual, etc.).

Debemos distinguir entre uso y abuso. Existen sustancias y conductas que, manejadas con mesura no tienen por qué suponer un problema, en cuyo caso hablaríamos de un uso saludable y responsable de las mismas y no supondrían ningún problema para la persona que las consume. Sin embargo, el abuso, entendido como un uso desproporcionado y descontrolado de las mismas, sí entrañan un grave problema en las personas que abusan, y en sus allegados. La dependencia implica que la persona prioriza el consumo de la sustancia o el ejercicio de la actividad, a otras cosas o personas importantes. Además, debemos considerar que existen sustancias que en ningún caso son saludables y no podemos determinar que ni siquiera el uso sea recomendado.

Las causas que pueden llevar a una persona a mantener una conducta adictiva son varias. Existen factores psicológicos y también factores sociales que conducen a este tipo de comportamiento, pero también, puede haber determinadas vulnerabilidades biológicas que predisponen a la adicción.

TRATAMIENTO

Para el tratamiento de este grave problema resulta imprescindible un análisis funcional previo de la conducta y características del paciente: qué tipo de conducta adictiva mantiene, cuándo tuvo el primer contacto con la conducta adictiva, cuándo inició su consumo de forma regular, qué tratamientos ha recibido, cómo afecta a su vida la adicción, etc.

A continuación, se explica al paciente las razones por las que se inició en la conducta adictiva, así como los motivos que la han perpetuado en el tiempo, impidiéndole superar su adicción. El objetivo terapéutico es ayudar a la persona a asumir que tiene un problema de conducta adictiva y que es posible, a la vez de necesario, darle solución para conseguir alcanzar una normalidad en su vida. Resulta vital entrenar a la persona a aceptar sentir cierto malestar físico y/o psicológico, sin tratar de escapar o evadirse del mismo. Aprender a convivir con emociones desagradables es fundamental para poner fin a una adicción y disfrutar de una vida plena y satisfactoria. 

En el tratamiento de las conductas adictivas resulta igual de importante superar la adicción siendo capaz de resistirse al consumo de la sustancia o al ejercicio de la acción, que evitar recaídas futuras.

El tratamiento, incluye el asesoramiento y acompañamiento de los familiares del paciente, puesto que, irremediablemente, se ven afectados por su conducta adictiva.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez trastornos de la alimentación
DESCRIPCIÓN
Los trastornos alimentarios se caracterizan por una alteración de la conducta alimentaria. Los dos tipos más conocidos son:

  • Anorexia nerviosa: consiste en el rechazo a mantener un peso corporal mínimo normalizado, en un miedo intenso a ganar peso y en una alteración en la percepción que tienen de la forma o el tamaño de su cuerpo, percibiéndose mucho más obesos de lo que realmente están. Presentan un peso por debajo de lo normal, y consiguen perder peso disminuyendo la ingesta de alimentos de forma progresiva. Además, suelen utilizar otros métodos para perder peso, como el consumo de laxantes o diuréticos, el ejercicio físico excesivo o la provocación del vómito. Las personas que sufren este trastorno suelen presentar características de personalidad muy concretas como perfeccionismo, autoexigencia, preocupación por el aspecto físico y atravesar algún cambio importante en su vida.  Este trastorno es más habitual en mujeres, y sus familias no suelen ser conscientes del trastorno al inicio de este, puesto que la enfermedad es difícil de detectar al principio. Sólo llegan a percibir el problema cuando aparecen síntomas más llamativos como un peso muy por debajo de lo normal, detectar restos de vómito en el aseo, encontrar restos de comida en la basura o en lugares inapropiados, tener alimentos prohibidos, trocear la comida en trozos muy pequeños o removerla antes de ingerirla, realizar mucho ejercicio físico, o perder la menstruación.

  • Bulimia nerviosa: se caracteriza por ingerir cantidades desmesuradas de comida, sin control y en un corto espacio de tiempo, seguido de métodos para evitar ganar peso, como provocarse el vómito, usar laxantes o diuréticos, hacer ejercicio físico de forma excesiva o directamente dejar de comer. Generalmente, la persona que padece este trastorno presenta un peso normal, o por encima de lo normal.

No es habitual que la persona que padece este trastorno busque la ayuda profesional para tratar su problema. Generalmente no reconocen su enfermedad, y tratan de evitar su tratamiento. Suelen ser los familiares los que toman la iniciativa para traer al paciente o a la paciente a consulta, por lo que la familia es un apoyo fundamental en este tipo de intervenciones.

TRATAMIENTO

En el tratamiento, resulta fundamental garantizar la salud física del paciente o la paciente, así como orientar a los familiares en su actuación con los mismos. El objetivo terapéutico inicial consiste en lograr que la persona admita que sufre una enfermedad y deje de negar su trastorno alimentario. El siguiente objetivo consiste en normalizar las creencias irracionales que tiene la persona sobre la ingesta de alimentos y sobre su imagen corporal, así como instaurar hábitos de alimentación saludables. La terapia cognitivo-conductual ha resultado muy eficaz en el tratamiento de esta grave dolencia.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez terapia en pareja
DESCRIPCIÓN
Las parejas atraviesan por diferentes momentos en su relación. La terapia de pareja se diseña para orientar a la pareja cuando su relación está atravesando una crisis, independientemente de las causas que la hayan originado. Con la terapia de pareja pretendemos resolver de la mejor forma posible esta situación de malestar y desasosiego. En algunos casos, el problema se resuelve y la pareja resulta fortalecida tras la crisis, pero en otros casos deciden terminar con una relación que les produce muchas emociones negativas. El terapeuta no decide si una pareja debe permanecer unida o si debe separarse. Esa decisión corresponde única y exclusivamente a la pareja. Pero les orienta para que la decisión sea meditada, responsable, racional y lo menos traumática posible.

TRATAMIENTO

En la intervención terapéutica se evalúan los patrones comportamentales que están perjudicando la armonía en la pareja, y a partir de esa evaluación se marcan pautas, cambios en esos comportamientos, para que resulten más saludables para la pareja. El objetivo, siempre se centra en encontrar la solución al problema que presentan.

Por otra parte, para que una pareja permanezca felizmente unida, debe existir un intercambio de conductas apropiado, por lo que en la terapia de pareja nos fijaremos unos objetivos terapéuticos claves:
  • Fortalecer un estilo comunicativo adecuado, puesto que es la mejor forma de mostrar y recibir afecto, así como de resolver problemas. Una comunicación inapropiada puede conllevar no escuchar, no hablar, interrumpir al otro, no emitir señales que muestren al otro que se le está escuchando, hablar en exceso de temas conflictivos, utilizar el reproche como medida de coacción, etc.
  • Practicar estrategias de resolución de conflictos adecuada para solucionar problemas y negociar acuerdos, a través de la asertividad y la empatía con el otro.
  • Establecer unas rutinas básicas de refuerzo mutuo, de manera que la pareja aprenda a recibir y ofrecer afecto de forma habitual, mediante comportamientos de atención hacia el otro, la búsqueda de actividades que le hagan sentirse dichoso, etc.

Además de lo anterior, debemos identificar aquellos pensamientos y creencias que no se adecúan a la realidad y que provocan el conflicto en la relación de pareja, con el fin de modificarlos y transformarlos en pensamientos más acordes que no generen una forma de obrar negativa, coercitiva o agresiva.

Cuando la ruptura es inevitable, se produce un proceso de duelo que conlleva una gran tristeza. La sensación de haber fracasado en el proyecto de pareja hace disminuir la autoestima, lo cual afecta en muchas ocasiones a otras esferas de la vida de la persona. Trabajar de forma adecuada este proceso de duelo implica un tratamiento terapéutico para la aceptación de la ruptura, y la superación de esta para adaptarse a la nueva situación.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez niña
Las circunstancias que rodean a las personas influyen de forma decisiva en sus emociones y conductas. Los niños y los adolescentes se ven afectados por el estilo de crianza que ejercen sus padres con ellos, por la relación de pareja que presentan sus padres, por la posición que ocupan entre los hermanos, por su contexto escolar, por sus relaciones con compañeros y amigos, etc. Además, también les afecta su propio temperamento y personalidad. Cuando las exigencias externas le superan, el niño puede sufrir problemas emocionales que requieren nuestra atención.
 
La adolescencia es una etapa de tránsito de la infancia a la vida adulta en la que se suceden importantes cambios tanto físicos como psicológicos en la persona. Resulta habitual que el adolescente tenga dificultades para encajar estos cambios, por lo que puede llegar a desarrollar actitudes o comportamientos inapropiados y generadores de crisis en él mismo y en su familia. Durante esta etapa el adolescente va definiendo su personalidad, por lo que resulta crucial acompañarle en esa transición. Generalmente los padres viven con gran inquietud esta etapa, y en muchas ocasiones se encuentran desorientados sobre cómo ayudar a su hijo o hija.
 
Existen diversos problemas en la infancia y en la adolescencia, pero podemos categorizar los principales de la siguiente forma:


Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez conducto infantil y adolescente
DESCRIPCIÓN
La infancia es un momento evolutivo fundamental para el desarrollo humano. De ahí que prestemos especial atención a este periodo y a las alteraciones que pueden aparecer en estas edades. En muchas ocasiones la inquietud de los padres se resuelve fácilmente porque el comportamiento que les preocupa forma parte de la evolución natural del niño. La información que aportan los padres es fundamental para hacer una primera aproximación al posible problema que presente el niño y conseguir el diagnóstico más preciso, por lo que la primera sesión se lleva a cabo con los padres para recabar toda la información y además para que ellos puedan resolver todas sus dudas. Después, se establece un plan de tratamiento en el que suele ser habitual alternar las sesiones de los niños y los padres, para trabajar de forma coordinada.

En casos en los que se detectan comportamientos inadecuados del niño, se hace necesaria la evaluación del menor y de su familia, con la finalidad de poder determinar si estamos ante una conducta normal y transitoria, que pueden experimentar los niños dentro de su evolución normativa, o bien un trastorno del comportamiento caracterizado por un patrón repetitivo y persistente de atentados contra los derechos básicos de los demás, las normas sociales, etc.

El negativismo, la desobediencia y las rabietas son considerados habitualmente como problemas de conducta en los niños. Sin embargo, debemos puntualizar que ciertos comportamientos que podríamos definir como inadecuados, en el momento evolutivo de la niñez se consideran normales. No podemos exigir a un niño que se comporte como un adulto, sencillamente porque no es capaz de hacerlo. El manejo de estos comportamientos forma parte del proceso educativo del niño, poniéndole límites, enseñándole a razonar y a comportarse con empatía hacia los demás. Aclaremos un poco más estos comportamientos:

  • El negativismo es la conducta continua y persistente de un niño a oponerse a las peticiones de los adultos, de forma activa aunque no agresiva. En ciertos momentos de la niñez es normal que utilicen el NO para responder a cualquier solicitud, pero lo habitual es que el niño aprenda a respetar a los demás y a expresar sus deseos de forma adecuada. Sin embargo, cuando este comportamiento persiste, resulta recomendable recibir apoyo en la reeducación del niño, para que ese comportamiento contestatario no se desvirtúe en un comportamiento antisocial.

  • Las rabietas son explosiones emocionales de los niños ante una negativa a sus peticiones o deseos, por parte de los adultos o de otros niños. Entre los dos y los cuatro años, estos comportamientos son totalmente normales y no debemos verlos como un problema, puesto que lo habitual es que vayan remitiendo. Sin embargo, cuando la frecuencia o intensidad de las rabietas es excesiva, o si se mantienen a partir de cierta edad, puede resultar de gran ayuda el asesoramiento profesional. En estos casos, el tratamiento consiste en enseñar al niño a aceptar sus frustraciones de forma apropiada, y a los padres a manejar los estallidos emocionales de sus hijos, implementando consecuencias adecuadas para corregirlos.

  • La desobediencia es otra conducta normal del niño a partir de los cinco o seis años. En estas edades los niños son más conscientes de sí mismos y cuentan con más recursos mentales y verbales para cuestionar los mandatos de los adultos. En la evolución de la personalidad del niño es un proceso fundamental, si queremos fomentar una autoestima positiva. Pero si este comportamiento persiste en el tiempo, resulta fundamental la intervención profesional. El tratamiento apropiado resulta de la combinación del entrenamiento del niño en aceptación de las frustraciones y en autocontrol, con la instrucción de los padres en modificación de conducta infantil.
Sin embargo, en ocasiones podemos encontrarnos ante un trastorno que necesita valoración y tratamiento especial por la gravedad que presenta. En este caso nos encontramos ante un trastorno del control de los impulsos y de la conducta. Distinguimos los siguientes:

  • Trastorno de conducta: se caracteriza por comportamientos antisociales que socavan los derechos de los demás, así como las normas sociales que se consideran apropiadas para su edad. Las señales de alarma que podrían indicarnos la necesidad de consultar con un profesional serían:
    • Que el niño se muestra contestatario de forma recurrente e irracional.
    • Que se enfada con demasiada frecuencia.
    • Mantiene una actitud desafiante continua.
    • Echa la culpa a los demás.
    • Desobedece de forma constante.
    • Muestra rencor hacia los demás.
    • Presenta conductas de excesiva crueldad contra compañeros, familiares, animales, etc.
    • Miente frecuentemente.
    • Comete hurtos.
TRATAMIENTO

En estos casos, el tratamiento adecuado incluye la participación de toda la familia, puesto que actúan como agentes activos en el problema y en su resolución. A los padres se les enseña cómo pueden potenciar comportamientos deseables en sus hijos, así como evitar los indeseables. Al niño se le enseña a controlar su conducta de forma eficaz, a relajarse y a gestionar sus emociones con más éxito.

  • Trastorno negativista desafiante: en este tipo de trastorno el menor mantiene un patrón comportamental de enfado, irritabilidad, actitud de desafío y discusiones constantes con el entorno. Este comportamiento inadecuado es recurrente hacia la autoridad, y afecta de forma importante en la vida académica y social del niño, y también de su familia y entorno escolar. Suele manifestarse entre los 8 años y el inicio de la adolescencia. Aparecen en el ambiente familiar, pero con el tiempo estos comportamientos del menor se extrapolan al resto de ambientes que frecuenta el niño. Tiene un inicio gradual, y puede mantenerse meses o años. Resulta importante la intervención profesional, puesto que puede dar lugar a un Trastorno de la personalidad antisocial. Los síntomas más representativos de este trastorno serían:
    • Comportamiento colérico.
    • Se muestra contestatario y discute habitualmente con los adultos.
    • Presenta un comportamiento desafiante hacia los adultos, y se niega a cumplir sus demandas.
    • Molesta a los demás de forma activa y consciente.
    • Culpa a los demás de su mal comportamiento.
    • Se muestra muy susceptible ante los demás, y se molesta muy fácilmente.
    • Es vengativo.
    • Todo lo anterior deteriora su vida familiar, académica y social.
TRATAMIENTO

El tratamiento de estos niños pasa por una intervención sobre ellos mismos y sus familias, e incluso el centro académico, con el objetivo de modificar este patrón de comportamiento tan destructivo.

El trabajo con los menores comienza con un acompañamiento emocional para que sean capaces de aceptar su problema, y de poner los medios para resolverlo, puesto que lo habitual es que no reconozcan su conducta negativista ni desafiante, sino que justifiquen su comportamiento como respuesta a lo que consideran una exigencia del entorno excesiva. Esta parte de la terapia de adhesión al programa terapéutico de los niños resulta imprescindible para tener éxito. Una vez conseguido esto, se enseña a los niños técnicas de autocontrol emocional, para que sean capaces de manejar su ira. También se les enseñan estrategias de resolución de conflictos desde la asertividad y la empatía, utilizando habilidades sociales, así como patrones comportamentales alternativos a la agresividad y a la violencia.

Es posible que se establezca un círculo vicioso en el que los padres y el hijo presenten emociones y comportamientos tendentes a la ira, porque su relación está muy deteriorada a causa del trastorno del niño. A los padres se les enseña a manejar un estilo de disciplina adecuado, tratando de evitar las medidas correctivas punitivas que refuerzan las conductas negativas de sus hijos. Se les acompaña en el establecimiento de límites y normas que sean consistentes y apropiadas. Además, se les instruye en la resolución de situaciones de conflicto, el manejo de la ira, en la elección de premios y castigos adecuados para modificar la conducta de su hijo.

Por otra parte, en ocasiones los niños requieren tratamiento farmacológico para poder mitigar su trastorno.

  • Trastorno explosivo-intermitente: se caracteriza por una reacción agresiva y desproporcionada, que ocasiona graves perjuicios en las cosas o las personas que rodean al niño. Suele iniciarse en la infancia tardía o la adolescencia. El niño presenta arrebatos recurrentes en su comportamiento, que refleja una carencia total del control de sus impulsos, una agresividad desmesurada, que puede ser verbal o física contra otros, contra animales, o contra la propiedad. No existe una intención clara, es decir, los arrebatos suceden por impulsos o provocados por la ira, y no persiguen ningún objetivo concreto. Estos arrebatos agresivos provocan malestar y afectan a la vida del niño en todos sus ámbitos.

  • Trastorno de la personalidad antisocial: se produce en adolescentes a partir de los quince años. Consiste en un comportamiento de vulneración de los derechos de los demás, y se caracteriza por:
    • Incumplir las normas sociales e incluso legales, lo que puede llevarlos en ocasiones a detenciones por fuerzas de seguridad.
    • Mentiras y engaños recurrentes para sacar provecho.
    • Irritabilidad y agresividad verbal y física frecuentes.
    • Impulsividad y dificultad para controlar sus emociones y sus conductas.
    • Comportamiento temerario, obviando normas de seguridad básicas para sí mismos o para otros.
    • Conducta irresponsable reiterada, que entraña incapacidad para cumplir con obligaciones laborales, personales o de otro tipo.
    • Falta de empatía y de remordimiento por el daño causado.
    • Presencia de un trastorno de la conducta anterior a los quince años.
TRATAMIENTO
El tratamiento adecuado se lleva a cabo con el niño y con su familia, y también resulta conveniente implicar al centro escolar del niño para llevar a cabo una intervención coordinada. En todos los casos, debemos instruir al niño en el control de sus impulsos y en la gestión de sus emociones, que son las responsables de estos arrebatos de ira.

El niño o adolescente debe aprender a resolver sus conflictos de forma apropiada, por lo que se le enseñan diferentes estrategias de resolución de conflictos.

Además, se lleva a cabo un entrenamiento en habilidades sociales y en el desarrollo de la empatía para que el niño o adolescente sea capaz de ponerse en el lugar de los demás.

Y por supuesto, la modificación de creencias erróneas resulta imprescindible para que el menor alivie la tensión emocional que puede generar los arrebatos de ira.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
DESCRIPCIÓN
El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tiene un origen neurobiológico. Los niños que lo padecen presentan un nivel de actividad muy superior a lo esperable para su edad, lo que entendemos por hiperactividad. Además, pueden presentar falta de control de sus impulsos, tienen dificultad para controlar lo que hacen, y también pueden presentar dificultades para concentrarse y prestar atención. Dentro de este trastorno existen varios subtipos:
  • Hiperactivo-impulsivo.
  • Inatento.
  • Combinado.

Debemos considerar que pueden existir otras razones por las que un niño se mueva mucho o se comporte de forma impulsiva o inatenta, por lo que realizar un diagnóstico inicial apropiado resulta fundamental para elegir el tratamiento adecuado.

TRATAMIENTO

El tratamiento del TDAH recoge estrategias para que el niño puede ejercer un control adecuado sobre sus impulsos, que aprenda a relajarse para estar sosegado, y un entrenamiento en técnicas para mantener la atención sostenida. Además, los padres reciben entrenamiento en modificación de conducta infantil para que puedan manejar de forma apropiada los comportamientos inadecuados del niño.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez Ansiedad infantil y adolescente
DESCRIPCIÓN
La ansiedad es una reacción normal del organismo que se produce ante situaciones de peligro. Sin embargo, en ocasiones este mecanismo puede verse alterado, ocasionando una respuesta desadaptativa que puede desencadenar un trastorno de ansiedad.
Cada vez es más frecuente que niños y adolescentes sufran trastornos de ansiedad, debido al estrés. Se manifiesta en dolores de estómago o de cabeza, tics, actividad excesiva, dificultad para dormir o problemas gastrointestinales. Los niños no son conscientes de lo que les está ocurriendo, por lo que son los padres los que detectan el problema.

Los síntomas que pueden significar que el niño tiene problemas de ansiedad son los siguientes:
  • Dificultad para dormir.
  • Dolor de cabeza o de estómago.
  • Aparición de enuresis.
  • Pérdida de apetito.
  • Temores infundados y recurrentes.
  • Estado anímico alterado.
  • Conductas regresivas e inapropiadas para su edad.
En los niños la ansiedad puede presentarse en diferentes formas:
  • Ansiedad por separación: a partir de los 8 meses es normal que un niño sufra al separarse de sus padres. Sin embargo, cuando este miedo a la separación persiste en el tiempo, o es más intenso de lo esperable para su edad, podemos estar ante un trastorno de ansiedad por separación. Estos niños sufren porque no quieren salir de casa, tratan de evitar ir al colegio, temen que les pase algo malo a ellos mismos o a sus padres, etc.
  • Ansiedad o fobia social: se caracteriza por un miedo intenso a relacionarse con sus iguales, a hacer amigos, a participar en actividades escolares en las que tengan que exponerse ante los demás, etc.​
TRATAMIENTO
El tratamiento de la ansiedad en niños se aborda desde cuatro intervenciones básicas:
  • Ejercicios de relajación, para disminuir los síntomas físicos de la ansiedad en el niño.
  • Aumento de su propia autoestima, e intervención en problemas afectivos.
  • Intervención en la forma de pensar e interpretar las situaciones que presenta el niño, estableciendo un tratamiento psicoeducativo para que comprenda qué le está pasando exactamente y adquiera control sobre la situación, modificando además su forma de pensar errónea.
  • Exponer al niño de forma gradual y controlada ante la situación que teme, con el fin de que experimente que no pasa nada y que él tiene el control de la situación.
Además de lo anterior, resulta fundamental instruir a los padres en el manejo de la ansiedad de su hijo, para que puedan ejercer de coterapeutas en casa.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez Depresión infantil y adolescente Gabinete Rosa Mary Rizo Martínez depresión infantil y adolescente
DESCRIPCIÓN
Los niños albergan sentimientos de tristeza y preocupación muy semejantes a los que se desencadenan en la edad adulta. Pero los niños no lo manifiestan igual que los adultos, puesto que no cuentan con los recursos necesarios para comprender lo que les está pasando y pedir ayuda. A menudo, el estado anímico deprimido de un niño se manifiesta en un mal comportamiento, reacciones de ira, irritabilidad, o todo lo contrario, muestra apatía y desgana.

Los síntomas que deberían disparar nuestra señal de alarma serían:
  • Dolores de estómago o de cabeza.
  • La agitación es un síntoma típico de la depresión infantil.
  • También muestran sentimientos de culpa y baja autoestima.
  • Aparece el llanto e hipersensibilidad.
  • Su rendimiento escolar desciende.
  • Pueden aparecer conflictos y agresividad.
  • Mostrarse menos comunicativo y más callado.
TRATAMIENTO

El tratamiento de la depresión infantil debe tener en cuenta que los niños tienen una capacidad de razonamiento limitada, por lo que la terapia debe adaptarse a sus características para ser efectiva.

En concreto, el programa terapéutico persigue tres objetivos:
  • Que el niño sepa identificar sus sentimientos, para lo que empleamos programas de educación emocional, enseñando al niño a identificar sus propias emociones, la intensidad de estas, enseñándole también a identificar las situaciones que le generan esas emociones.
  • Que aprenda a modificar los comportamientos que le provocan emociones negativas por otros más adaptativos. Alcanzamos este objetivo con una programación apropiada de actividades que hacen al niño sentirse bien, y con un apropiado entrenamiento en habilidades sociales que propiciarán más situaciones agradables en el futuro.
  • Y, por último, que sea capaz de cambiar los pensamientos erróneos que le conducen a una emoción negativa, por otros pensamientos más adaptativos y centrados en la realidad.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez celos infantiles
DESCRIPCIÓN
Cuando el niño experimenta una sensación de pérdida de sus figuras de apego más importantes, puede aparecer una emoción de celos que es totalmente normal e incluso adaptativa, cuando son circunstanciales y pasajeros. Sin embargo, cuando esa emoción altera la convivencia familiar y el desarrollo normal del niño, o no remiten según va creciendo el niño, en ese caso deja de ser una reacción normativa y puede entrañar el riesgo de que el niño desarrolle una personalidad anómala y desajustada. El nacimiento de un hermano o hermana, puede conllevar la aparición de los celos cuando el niño reclama seguir teniendo la atención de sus progenitores en exclusividad.

Generalmente, con los celos aparecen el resentimiento y la envidia hacia el intruso o recién llegado, que se percibe como un rival. Conlleva además una interpretación errónea de la realidad, lo cual aumenta la baja autoestima del niño y el miedo.

Los síntomas más habituales en la conducta celosa se resumen en los siguientes:
  • Cambios de humor no justificados.
  • Llanto y tristeza evidentes.
  • Verbalizaciones de no sentirse querido ni valioso.  
  • Regresiones o aparición de conductas inapropiadas para la edad del niño, como enuresis o rabietas.              
  • Comportamiento y lenguaje más infantil de lo que le corresponde para su edad. Alteraciones en los hábitos de alimentación y de sueño. 
  • Negativismo, obstinación y comportamiento desobediente.
TRATAMIENTO

La terapia apropiada para tratar los celos infantiles conlleva una evaluación rigurosa del comportamiento celoso del niño. Para ello, los padres deben ejercer de informadores, realizando informes del comportamiento tanto apropiado como inapropiado del niño. Una vez establecemos el patrón comportamental del niño, se programa una intervención para la modificación de la conducta del niño, enseñando a los padres a reforzar de forma apropiada tanto los comportamientos adecuados del niño como los inadecuados.

La intervención con el niño siempre se lleva a cabo a través de juegos e historias, ayudándole a reconducir sus emociones negativas, a modificar sus creencias erróneas, y también a ubicarse en la nueva composición familiar.

A continuación, se exponen algunas pautas que pueden seguir los padres para ayudar al niño a resolver sus celos:
  1. Mostrar atención y cariño al niño frecuentemente, pero de una forma natural, sin excesos.
  2. Observar con paciencia las conductas celotípicas del niño, y responder con calma y sin prestar demasiada atención.
  3. Proponer tareas en casa que propicien la cooperación entre los hermanos, así como juegos en los que participen todos.
  4. Favorecer un ambiente de calma y tranquilidad en el hogar.
  5. Enseñar a los niños a controlar sus emociones y a superar sus frustraciones y animarlos a que las expresen y compartan.
  6. Ambos padres deben estar de acuerdo en el establecimiento de límites y deben hacer cumplir las normas por igual.
Son recomendaciones sencillas que nos pueden facilitar la convivencia entre los hermanos.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez alteraciones en el sueño
DESCRIPCIÓN
El sueño en los niños es un proceso evolutivo, de manera que alrededor de los cinco años los niños duermen toda la noche de forma habitual. Es muy importante para el crecimiento saludable del niño, que duerma y descanse bien. Nuestro reloj biológico marca la pauta de cuándo debemos dormir y cuándo debemos estar despiertos, regulando nuestro sueño de forma natural y haciéndolo coincidir con el ciclo día-noche. Sin embargo, hasta que el niño alcanza esa normalidad en su sueño, atraviesa por diferentes fases en las que puede ser normal que les cueste conciliar el sueño, que no deseen dormir solos, que se despierten por la noche, etc.

Por otra parte, también se pueden dar trastornos del sueño en el niño, provocados por malos hábitos, estrés ocasional, enfermedades, etc., y que consisten generalmente, en que tienen dificultad para conciliar el sueño, o para dormir toda la noche. Otros trastornos provocan que el niño tenga demasiado sueño, o presente conductas anormales durante el sueño.

A continuación, describimos los principales trastornos del sueño:

  • El insomnio: se define como la dificultad que presenta el niño para iniciar el sueño, y después para mantenerse dormido toda la noche, o también la sensación de que no ha descansado lo suficiente. Es uno de los problemas más frecuentes en los niños.
  • Síndrome de las piernas inquietas: se caracteriza por la necesidad que presenta el niño de mover las piernas cuando está descansando o en reposo. Esto puede provocarle insomnio y además resulta muy molesto por el cansancio que provoca en el niño durante el día.
  • Síndrome del retardo de fase: en este caso el niño tiene muchas dificultades para conciliar el sueño, pero también presenta mucha dificultad para despertarse por la mañana, lo que le genera somnolencia a lo largo del día.
  • Sonambulismo: es común en niños, y suele remitir de forma natural. La característica fundamental de este trastorno del sueño es que el niño se levanta de la cama y camina mientras duerme, no responde a estímulos externos por lo que cuesta mucho despertarle. Posteriormente no recuerda nada.
  • Pesadillas: consisten en sueños que provocan miedo y ansiedad por su contenido. El niño se despierta muy asustado, y recuerda a la perfección su sueño, e incluso puede pensar que ha ocurrido realmente.
  • Terrores nocturnos: es similar a una pesadilla, pero genera más alarma por la reacción del niño, que se levanta de la cama gritando y muy agitado. Posteriormente el niño no recuerda nada del contenido del sueño que ha tenido ni del episodio que ha sufrido.

TRATAMIENTO

El tratamiento de estos trastornos debe prepararse de forma adecuada, para evitar tensión en la familia, y básicamente consiste en instruir al niño en unos hábitos saludables para dormir, como los que se describen a continuación:
  • Que el niño se duerma solo.
  • Que la habitación esté oscura y tranquila.
  • Cuando el niño esté tranquilo, los padres deben abandonar la habitación.
  • Si llora, los padres no deben acudir inmediatamente, sino pasados unos dos minutos. En ese caso volverán a tranquilizarle, y después deben salir de la habitación. Este paso se debe repetir, aumentando el tiempo de espera, tantas veces como sea necesario hasta que el niño se duerma solo.
Es fundamental tener en consideración que durante las primeras noches el niño tendrá una reacción de llanto que puede durar varias horas, y que se considera normal. Pero pasados unos días este comportamiento desaparece, cuando el niño aprende a dormir solo. Durante este tiempo, los padres no deben mostrarse enfadados ni disgustados por la situación, aportando en todo momento seguridad al niño.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez problemas con  la alimentación en niños
DESCRIPCIÓN
Al igual que con el sueño, la mayoría de los problemas con la alimentación en los niños surgen de la discrepancia entre lo que los padres desean que el niño coma, y lo que realmente el niño necesita. Esto genera una preocupación en los padres que suelen intentar diferentes estrategias para logar que el niño se alimente de la forma que ellos consideran adecuada. En ocasiones, este problema genera gran desasosiego en los padres y desgasta la relación y vínculos familiares.

Los problemas con la comida es algo normal en el desarrollo de los niños, y, de hecho, es un motivo de consulta frecuente. Los trastornos de la conducta alimentaria en niños pueden tener un origen orgánico. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, se deben a factores psicológicos y de relación materno-paterno-filial.

Los trastornos de la conducta alimentaria en niños más habituales se clasifican en los siguientes:

  • Trastorno de la ingestión alimentaria evitativo/restrictivo: se caracterizan por una alteración en la alimentación con disminución del interés hacia la comida, evitación del tacto, olor, sabor o visión de los alimentos y preocupación por las consecuencias repulsivas del acto de comer. Este trastorno provoca pérdida de peso o una deficiencia nutritiva, y también puede interferir en un comportamiento social adecuado.
  • Pica: es un trastorno poco habitual que consiste en ingerir sustancias no nutritivas y no alimentarias. El niño come sustancias u objetos que no son alimentos, de forma inapropiada para su edad y momento de desarrollo.
  • Rumiación: en este trastorno también infrecuente, el niño regurgita los alimentos, y los vuelve a masticar e ingerir, o bien los escupe. Este comportamiento no se debe a una enfermedad médica, como podría ser el reflujo gastroesofágico.

TRATAMIENTO
El programa de intervención debe llevarse a cabo de forma conjunta con el niño y con los padres, y debe iniciarse con un análisis pormenorizado de la conducta alimentaria del niño. En el caso del Trastorno de la ingestión alimentaria evitativo/restrictivo, los padres deben registrar qué come el niño y en qué cantidad, a lo largo del día. En el caso de Pica o Rumiación, los padres deben registrar los comportamientos alimenticios inadecuados que el niño lleva a cabo a lo largo del día.

En la siguiente fase del tratamiento, se plantea un programa de refuerzos positivos de las conductas apropiadas del niño, de manera que cada vez que mantenga un comportamiento alimenticio apropiado, recibirá un premio que servirá como reforzador de la conducta que queremos promover. En el trastorno de la ingestión alimentaria evitativo/restrictivo el niño debe aumentar de forma paulatina la cantidad y tipo de alimentos que ingiere. Teniendo en cuenta la aversión que el niño sufre por la comida, debemos cuidar que la exposición a los alimentos que debe probar sea gradual para evitar la negativa por parte del niño.

En la última fase del tratamiento, se instruye al niño en una alimentación sana y equilibrada.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez miedos en la infancia
DESCRIPCIÓN
Los miedos en la etapa infantil son emociones normales que desaparecen de forma paulatina, según va creciendo y madurando el niño. Los miedos, a todas las edades, cumplen una función preventiva y de protección del ser humano, cumpliendo con un valor adaptativo para la especie. Sin embargo, estos miedos normativos pueden desembocar en un trastorno de ansiedad o fobia, como el miedo a la separación de los padres, a ciertos animales, a la oscuridad, a las relaciones sociales, etc.

La evolución de los miedos en los niños sigue un patrón más o menos fijo. En torno a los seis meses de edad, el niño empieza a manifestar ese sentimiento de miedo, que suele aparecer ante la separación de la madre o el padre, y que denota que el niño está desarrollándose de forma adecuada. Este miedo se intensifica entre el año y los dos años y medio, momento en el que aparece el miedo a los extraños, a ruidos fuertes, etc. Generalmente desaparece según va creciendo el niño. Sin embargo, en ocasiones se mantiene hasta la edad adulta manifestándose en un comportamiento de timidez.

Entre los dos y los seis años surgen nuevos miedos, que se unen a los anteriores. En esta etapa entra en escena la imaginación del niño, que puede presentar temores provocados por objetos imaginados, como los monstruos, los fantasmas o personajes ficticios. En esta etapa también se adquieren miedos a los animales, que pueden mantenerse hasta la edad adulta.

A partir de los seis años hasta los once, los miedos adquieren una entidad más realista y objetiva, de manera que el niño empieza a temer el rechazo de sus iguales, la enfermedad o dolor físico, el fracaso escolar, etc.

El comportamiento de los padres ante estos temores resulta fundamental, puesto que funcionan como modelos de conducta ante los niños. Los padres deben tener en cuenta dos aspectos fundamentales:
  • Por una parte, deben mostrarse tranquilos y seguros ante el niño, transmitiéndole la idea de que no pasa nada y que aquello que teme el niño no entraña un peligro real.
  • Por otra parte, no deben obligar al niño a exponerse a sus miedos de manera forzada. Ciertamente, cuando el niño se expone al objeto temido y no suceden las consecuencias que él espera, reduce su emoción de temor, pero esta exposición debe hacerse de forma controlada.

Cuando el miedo alcanza una dimensión mayor, puede transformarse en fobia o en un trastorno de ansiedad, de los cuales cabría destacar en los niños:
  • Trastorno de ansiedad por separación: que se define como una reacción ansiosa desmesurada ante la separación del niño de sus padres o figuras de apego.
  • Mutismo selectivo: se caracteriza por el fracaso constante de hablar en situaciones sociales específicas en las que se espera que el niño hable, a pesar de hacerlo en otras situaciones que le resulten más familiares o seguras. El niño puede hablar en casa con su familia de forma normal, y después no ser capaz de hacerlo en el colegio.
  • Fobia específica: es el miedo intenso por un objeto, animal o situación concretos. Incluye, por ejemplo, el miedo a ciertos animales, a la oscuridad, a las inyecciones, etc.
  • Trastorno de ansiedad social: consiste en una reacción ansiosa desmesurada ante situaciones sociales normativas en las que el niño sea observado o deba realizar alguna exposición ante los demás. En estos casos el niño teme recibir una evaluación negativa por parte de los demás.

TRATAMIENTO
Un tratamiento eficaz de estas fobias se inicia con una instrucción adecuada del niño en técnicas de relajación, que servirán de base para la ulterior intervención. Una vez el niño es capaz de controlar la ansiedad provocada por sus temores, se inicia un acercamiento lento pero progresivo al objeto de su miedo, empleando las técnicas de relajación, de manera que el niño va comprobando de forma paulatina que no necesita temer ni protegerse, y que su miedo es infundado.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez enuresis
DESCRIPCIÓN
Lo habitual es que el niño aprenda a controlar sus esfínteres con facilidad entre los dos y los tres años. Sin embargo, hay ocasiones en las que el niño tiene problemas para controlar sus esfínteres. La enuresis es la emisión de orina en la cama o en la ropa, que puede producirse voluntaria o involuntariamente. Cuando estos escapes se producen de noche, de forma frecuente y a partir de los cinco años, estamos ante un caso de enuresis nocturna. Cuando sucede durante el día, cuando el niño está despierto, hablamos de enuresis diurna.

TRATAMIENTO
 
El tratamiento requiere de esfuerzos por parte del niño y también de los padres, y el primer paso debe ser siempre descartar algún problema orgánico en el niño que le provoque estos escapes o le impida la retención de la orina. Una vez descartado el problema físico, el tratamiento apropiado requiere establecer unos hábitos adecuados, empezando por un horario para orinar. Además, el niño debe ingerir líquidos a lo largo del día de forma frecuente, pero en mayor cantidad por la mañana, e ir reduciendo esta ingesta según va pasando el día. Debemos controlar también que las cenas del niño no sean abundantes ni ricas en sal, y que no contengan mucho líquido. Tratar también que el niño no pase más de diez horas durmiendo sin vaciar la vejiga. Además de instaurar estos hábitos saludables en la rutina del niño, se llevará a cabo un programa de refuerzo positivo, mediante el cual se premiará al niño por permanecer seco, con el fin de que colabore de forma activa en la intervención.
 
También podemos hacer uso de aparatología diseñada para despertar al niño en el momento en el que empieza la emisión de orina durante la noche, con el fin de que aprenda a reconocer de forma gradual el vaciado inminente de la vejiga, y se levante y vaya al baño.

De forma adicional, y si las anteriores medidas no resultan suficientes, se puede iniciar un tratamiento farmacológico para ayudar al niño a controlar la emisión de orina.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez encopresis
DESCRIPCIÓN
Este trastorno de la eliminación, consiste en la excreción repetida de heces en lugares inapropiados, ya sea de forma voluntaria o involuntaria, después de los cuatro años, cuando el niño ya había aprendido a controlar sus esfínteres para defecar.

La principal causa de la encopresis es el estreñimiento, que hace que la defecación sea dolorosa y provoca que el niño tenga miedo de ir al baño a defecar. Además, la acumulación de heces produce un ensanchamiento del recto, y como consecuencia el niño pierde el control de sus esfínteres.

Los trastornos emocionales también se encuentran entre las causas de la encopresis. La fobia al inodoro, quizá por haber insistido demasiado pronto en su uso por parte del niño, en muchos casos provoca este trastorno de la eliminación.
En cualquier caso, su autoestima se ve afectada, y el niño tiende a evitar situaciones sociales en las que pueda verse en un apuro, lo cual afecta a su desarrollo emocional normal.
 
TRATAMIENTO
El tratamiento de la encopresis se inicia con una evaluación física del niño, para descartar que algún factor orgánico esté provocando el problema. Una vez tenemos constancia de que no existe factor físico que lo provoque, realizamos una evaluación de los motivos que han originado este comportamiento regresivo en el niño, para elaborar el programa de intervención más eficaz.

En un segundo momento de la intervención, se enseña al niño a identificar las señales físicas que le indican que es el momento de defecar, para que no demore la acción y aprenda a relajar su esfínter para que se produzca la defecación de forma natural. Mediante un programa de refuerzo apropiado, se premiarán todas las conductas del niño que le encaminen a controlar de nuevo sus esfínteres, y a mantener una rutina de eliminación saludable. Para ello, la intervención de los padres resulta imprescindible, puesto que ellos serán quienes ofrezcan estos refuerzos al niño en los momentos adecuados.

Además de lo anterior, se trabajan los problemas emocionales que han podido originar en el niño este trastorno.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez fracaso escolar y dificultades en el aprendizaje
DESCRIPCIÓN
Llamamos fracaso escolar a la situación en la que el niño no es capaz de alcanzar el nivel de rendimiento escolar medio esperado para su edad y nivel pedagógico, que se reflejan en sus resultados académicos.

Podemos encontrar varias causas como claves del fracaso escolar:

  • Por una parte, los trastornos del aprendizaje se sitúan entre las primeras razones del fracaso escolar. Se definen como la dificultad en el aprendizaje y en el uso de las aptitudes académicas. Existen de tres tipos:
    • Dislexia: consiste en una dificultad significativa con la lectura.
    • Disgrafia: se caracteriza por dificultad en la escritura.
    • Discalculia: relacionada con problemas para resolver cuestiones matemáticas o numéricas.
  • Otros trastornos del aprendizaje con base clínica, como el TDAH o Trastorno de déficit atencional con o sin hiperactividad, y sus distintas modalidades.
  • Trastornos clínicos, como fobia social o fobia escolar, dificultan que el niño obtenga éxito en materia escolar por la afectación que le supone el trastorno que padece.
  • El retraso en la maduración psico-física del niño también puede ocasionar fracaso escolar. Problemas con la atención, la memoria o el razonamiento, entre otros.
  • Existen causas pedagógicas para el fracaso escolar, como por ejemplo unos hábitos de estudio inadecuados, o la utilización inapropiada o inexistente de técnicas de estudio y estrategias de aprendizaje.
  • Por otra parte, los trastornos emocionales, como la falta de autoestima, pueden provocar un fracaso escolar.
TRATAMIENTO

Como es lógico, dependiendo de las causas que originen el fracaso escolar, las medidas de intervención terapéutica variarán. Inicialmente realizaríamos una valoración de la causa que está originando el fracaso escolar, para posteriormente intervenir en las áreas que requiera el niño hasta alcanzar el éxito académico.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez acoso escolar
DESCRIPCIÓN
El acoso escolar se entiende como el maltrato psicológico, verbal o físico sufrido por un alumno o alumna en el ámbito escolar, derivado de factores personales (físicos, psicológicos, de orientación y/o identidad sexual) o colectivos (factores étnicos, grupo social, religioso), de forma reiterada y a lo largo de un periodo de tiempo determinado.

El acoso escolar puede adoptar distintas manifestaciones: la exclusión y marginación social, la agresión verbal, las vejaciones y humillaciones, la agresión física indirecta o directa, la intimidación, las amenazas y/o el chantaje, entre otras.

Las características del acoso escolar se resumen en las siguientes:

a) Existe intencionalidad por parte del acosador o acosadores, de hacer daño a la víctima.
b) La reiteración.
c) Existe desequilibrio de poder, de manera que la víctima se encuentra en inferioridad de condiciones.
d) Se produce indefensión y personalización.
e) Con frecuencia puede tener un componente colectivo o grupal.
f) Normalmente, aparecen observadores pasivos, que son testigos de las agresiones, pero no actúan por miedo, indiferencia u otras razones.
g) Esta situación de invisibilidad suele pasar desapercibida muchas veces para los adultos.

Dentro de los diferentes tipos de acoso y sus manifestaciones, recientemente, los expertos han venido elaborando un nuevo concepto de acoso, el que se vale de medios electrónicos y que recibe el nombre de ciberacoso. Esta conducta se define como acoso entre iguales en el entorno de las tecnologías de la información y de la comunicación o TIC, e incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos entre alumnos. Supone difusión de información lesiva o difamatoria en formato electrónico. El ciberacoso es un fenómeno de gran relevancia por su prevalencia, la gravedad de sus consecuencias y las dificultades que presenta para su prevención y abordaje.

El ciberacoso se caracteriza por lo siguiente:
a) Agresión repetida y duradera en el tiempo.
b) Intención de causar daño, aunque en los primeros estadios del proceso puede que no exista intencionalidad.
c) Suele existir contacto o relación previa en el mundo físico.
d) Puede estar ligado o no a situaciones de acoso en la vida real.
e) Usar medios TIC para acosar a la víctima: sms, e-mail, teléfonos móviles, redes sociales, blogs, foros, salas de chats, etc.

TRATAMIENTO
El tratamiento adecuado del acoso escolar es multisectorial. La interacción con el centro escolar es primordial para el éxito de la intervención. Por ello, una vez tenemos identificado el problema, el primer paso es poner en conocimiento del centro escolar la situación emocional en la que se encuentra el niño, para que tomen las medidas de protección adecuadas con el menor, y trabajar de forma coordinada para alcanzar el éxito terapéutico.

La intervención con el niño se hace desde una triple vertiente:
  • Descomponer el miedo a denunciar la situación de acoso que haya podido generar el niño a lo largo del tiempo que hayan durado las agresiones, potenciando su sensación de control sobre la situación.
  • Mejora de su autoconcepto y su autoestima, puesto que lo habitual es que estos niños tengan dañada la imagen de sí mismos, lo que los lleva en muchos casos a la desprotección.
  • Fomentar sus habilidades sociales, instruyéndoles en asertividad para que sean capaces de defenderse ante situaciones de agresión.

Gabinete Psicológico Rosa Mary Rizo Martínez trastornos de la comunicación
DESCRIPCIÓN
Comunicarse con los iguales y expresar emociones, necesidades o pensamientos es una cualidad innata en el ser humano, que se va desarrollando de forma gradual. Sin embargo, existen ciertos trastornos que impiden que la persona pueda ejercer su conducta comunicativa de forma eficaz, bien porque su desarrollo es más lento de lo habitual, bien por causas sobrevenidas, como un traumatismo o un accidente cerebrovascular.

Los trastornos del lenguaje se caracterizan por la dificultad en la comprensión, expresión o repetición del lenguaje, que provocan que la persona no se ajuste a su ambiente de forma eficaz, y le proporcionan además un malestar significativo.

Los principales trastornos de la comunicación son los siguientes:
  • Trastorno del lenguaje: se caracteriza por una dificultad persistente en adquirir y utilizar el lenguaje en todas sus modalidades, hablado, escrito u otros, provocado por ciertas deficiencias en la comprensión y en la producción del mismo.
  • Trastorno fonológico: implica una persistente dificultad en la producción fonológica, lo que conlleva que el habla sea inteligible, e impide la comunicación verbal. Todo ello limita la capacidad de comunicación de la persona que la padece. Los trastornos fonológicos más comunes se resumen en los siguientes:
    • Dislalia: el niño presenta dificultades para articular, su lenguaje es poco comprensible, lo cual limita sus interacciones sociales. No consigue emitir de forma adecuada ciertos sonidos o fonemas, por los que los modifica, los omite o los cambia por otros.
    • Disartria: es la dificultad para articular de forma debida el lenguaje, en este caso producida por una alteración cerebral. Es un tipo de dislalia con causa orgánica.
    • Disglosia: consiste en la dificultad para articular correctamente el lenguaje hablado, provocada por alteraciones morfológicas en el niño, que le impiden la correcta pronunciación. Es otro tipo de dislalia de origen orgánico.
  • Trastorno de la fluidez de inicio en la infancia, disfemia o tartamudeo: en este trastorno se produce una alteración en la fluidez y la organización normal del habla, y se caracteriza por la repetición de sonidos y sílabas, por la prolongación de sonidos de consonantes y vocales, por silencios, o por el uso de circunloquios. Todo ello provoca ansiedad en la persona que lo padece.
  • Trastorno de la comunicación social o pragmático: la persona que lo padece tiene dificultad para el uso social de la comunicación verbal y no verbal, que se manifiesta en deficiencias en el uso de la comunicación con fines sociales.
  • Además, existen otros trastornos que impiden una comunicación adecuada:
  • Retraso simple del lenguaje: en este caso, la comprensión y la evolución del lenguaje es similar al resto de niños, aunque lo adquieren con cierto retraso con respecto a la norma. Se trata de un retraso madurativo.
  • Disfonía: se define como la pérdida del timbre de voz normal, provocada por un trastorno de la laringe, que puede ser funcional o también orgánico.

TRATMIENTO

El tratamiento adecuado para cada uno de estos trastornos o dificultades debe estructurarse de forma personalizada, tomando en consideración las características de la persona que lo padece.

En la primera fase del tratamiento se realiza una evaluación pormenorizada de las características fisiológicas y psicológicas del paciente, con el fin de realizar una elección adecuada de las técnicas a utilizar. En el caso de niños, una primera entrevista con los padres resulta primordial, para poder conocer todo el historial del menor.

El programa de intervención se lleva a cabo, utilizando las técnicas y estrategias de recuperación de las funciones del lenguaje perdidas o no adquiridas, que resulten más adecuadas a cada persona concreta.

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