El malestar emocional sucede cuando sentimos emociones negativas. En contra de lo que se cree comúnmente, este malestar no está causado por las situaciones mismas, sino por la forma en la que interpretamos esas situaciones, la manera en la que interpretamos aquello que nos sucede. Nuestra forma de pensar determina nuestras emociones y también nuestras conductas.
Llamamos creencias irracionales a los pensamientos que, pese a no ser lógicos y no responder a la realidad, los mantenemos día tras día como si lo fueran. Estas creencias se van formando a lo largo de nuestra vida, con las experiencias que vivimos, pero nos debilitan y nos hacen sufrir. Son falsos preceptos que nos presionan y controlan, y que validamos y defendemos, pese a que son altamente disfuncionales, porque nos presionan. Está demostrado que, si aprendemos a pensar de forma más racional, nuestras emociones se modifican también. Los mensajes internos que nos repetimos a nosotros mismos nos afectan en nuestro estado anímico, de manera que si nos mandamos continuamente mensajes negativos del tipo “no sirvo”, “todos se van a dar cuenta de que no soy capaz…”, u otros parecidos, nuestra emoción negativa de desánimo aumentará. Pero, si por el contrario nos centramos en nuestros aspectos positivos, mandándonos mensajes y autoinstrucciones de empoderamiento y autoconfianza, nuestras emociones mejorarán consecuentemente.
Los trastornos emocionales pueden tener diversas causas:
La baja autoestima es una causa muy potente de malestar emocional. Las personas que presentan una baja autoestima se valoran a sí mismas de forma negativa, distorsionada y no realista. Se mandan mensajes autodestructivos, que provocan sentimientos de rechazo hacía sí mismos, que pueden oscilar desde la inseguridad hasta el menosprecio absoluto.
Los síntomas más comunes de la falta de autoestima son el sentimiento de inferioridad, la inseguridad, así como la creencia de encontrarse solos. Se autoevalúan negativamente en varias esferas de su vida, como en la laboral, la social o la familiar, y tienen la idea de que no resultan atractivos a los demás, y que no tienen nada que ofrecer a la sociedad. Suelen creerse incapaces de lograr sus objetivos, por lo que intentan autoprotegerse evitando afrontar riesgos en sus esfuerzos por alcanzar sus metas. Esto suele desembocar en una profecía autocumplida cuando no consiguen sus objetivos porque no se esfuerzan los suficiente, pero ellos hacen una interpretación errónea de su fracaso, atribuyéndolo a su falta de valía.
TRATAMIENTOS
La terapia cognitivo-conductual resulta muy valiosa en la resolución de estos conflictos. Iniciamos el tratamiento analizando el autoconcepto que esa persona tiene de sí misma. A continuación, ponemos a prueba esa idea que tienen de sí mismos, para comprobar si es cierto o no lo es, desmontando así todas las creencias irracionales que la persona mantiene sobre sí misma. Por último, ampliamos el repertorio de autovaloraciones que hace sobre sí mismo, aportando una imagen más ajustada a la realidad, que concluya en una aceptación serena de sí mismo. Tras algunas sesiones los pacientes se sienten más fuertes, con mayor seguridad y control de sus emociones.
Las crisis vitales son acontecimientos repentinos que provocan que nuestra vida cambie de forma radical. Pueden ser incluso acontecimientos que valoramos como positivos, como es el nacimiento de un hijo, o cambiar de trabajo. Sin embargo, estos cambios pueden significar un conflicto interno por la alta exigencia que nos supone. La manera en la que solemos resolver nuestros problemas deja de funcionarnos, y nos bloqueamos, sufriendo entonces un trastorno emocional.
En estos casos resulta vital hacer una elección acertada del tratamiento más adecuado. Inicialmente hacemos un análisis del contexto en el que vive la persona que está sufriendo el trastorno, para hacer un análisis funcional que nos ayude a comprender por qué está viviendo esta crisis de esta forma tan negativa. Una vez comprendemos el proceso que está siguiendo la persona, estamos en disposición de desmontar las creencias irracionales que perpetúan su malestar, así como los comportamientos que le conducen a no salir de la situación de conflicto interno.
El duelo es una causa principal de los trastornos emocionales. Es un proceso que atravesamos las personas cuando perdemos alguien o algo muy significativo para nosotros. Durante el proceso de duelo el sufrimiento emocional de las personas es muy alto. Sin embargo, ese sufrimiento es necesario, puesto que nos ayuda a gestionar la pérdida. Durante el duelo aparecen también ciertas conductas que son normales en ese proceso, como el llanto, el aislamiento o el enfado.
El duelo es un proceso natural que se produce ante una pérdida, y que puede durar hasta un año. Sin embargo, en ocasiones el duelo puede volverse patológico cuando no se resuelve convenientemente, bien porque se alarga demasiado en el tiempo, porque impide que la persona afronte su vida, porque aparece de forma tardía, o bien porque es excesivamente intenso. En estos casos la ayuda psicológica resulta muy efectiva. El tratamiento adecuado consiste en acompañar al doliente a través de las etapas del duelo, hasta que lo resuelve y lo supera, adaptándose a la nueva realidad de su vida.